11.2.06
Valor y afecto: Tony Negri
Lo que ha cambiado de manera irreversible, desde la época en que la teoría clásica del valor dominaba, es la posibilidad de desarrollar la teoría del valor en términos de orden económico, y también la consideración del valor como medida del trabajo concreto, sea éste individual o colectivo. Las consecuencias económicas de esta dificultad son tan importantes como sus presupuestos antropológicos y sociales. Es sobre estos aspectos sobre los que nuestro análisis se detendrá -sobre esta novedad que transforma la teoría del valor "desde abajo", desde la base de la vida.
A lo largo de los siglos, durante los cuales se ha efectuado la modernización capitalista (en la transición de la manufactura a la gran industria, por hablar como Marx), la posibilidad de medir el trabajo (que a grosso modo había podido efectuarse durante el periodo de acumulación) se hace cada vez más difícil.
- En primer lugar, porque el trabajo -calificándose y complejizándose tanto individual como colectivamente-, ya no podía ser reducido a cantidades simples susceptibles de cálculo;
- En segundo lugar, porque el capital, por su financiarización y su estatalización crecientes, hacía la mediación entre los diferentes sectores del ciclo económico (producción, reproducción social, circulación y reparto de rentas) cada vez más artificial y arbitraria, y por lo tanto cada vez más abstracta.
Pero todo esto es prehistoria. En el mercado global, en la postmodernidad, el problema mismo de la medida del valor resulta INENCONTRABLE.
Es verdad que en el tránsito a la postmodernidad, en la fase de las luchas antiimperialistas y anticolonialistas, la teoría del valor-trabajo parece resurgir en términos macroeconómicos como teoría de la división internacional del trabajo, del "intercambio desigual", de la explotación postcolonial. Pero este renacimiento aparente se ha mostrado rápidamente ilusorio, apenas se ha hecho evidente que la complejidad de los procesos productivos, además de estar inmersa en la multinacionalización de la actividad industrial y la globalización financiera, estaba cada vez más intensificada por los procesos tecnológicos de la informática y de la comunicación, así como por la inversión de trabajo inmaterial y científico. Esto no significa que la división internacional del trabajo y la explotación postcolonial hayan terminado. Al contrario, se han acentuado extraordinariamente. Pero han perdido su especificidad (y por lo tanto la posibilidad de reactivar la teoría del valor en los casos concretos) porque ese tipo de explotación está en sí mismo globalizado, ha invadido los territorios metropolitanos y la posibilidad de medir la explotación se ha desvanecido definitivamente.
En la economía postmoderna y en los territorios de la globalización, la producción de mercancías se hace a produce a través del MANDO; la división del trabajo se da a través del mando; la articulación de las medidas del trabajo se ha disuelto en el MANDO GLOBAL.
Dicho esto, nuestro tema, VALOR Y AFECTO, todavía no ha sido abordado más que a través de la sugerencia de reconsiderar el problema del valor "desde abajo".