13.2.06

 

Sicarios Economicos

Los “asesinos económicos a sueldo”, escribe Perkins, son profesionales con un elevado sueldo que cometen fraudes en países de todo el mundo por billones de dólares. Los instrumentos de los que se valen son, entre otros, la realización de informes falsos, amañar elecciones, pagar sobornos, chantaje, sexo y asesinatos”. Su misión concreta como EHM era la de justificar que los préstamos del Banco Mundial fueran a los bolsillos de los grandes contratistas estadounidenses (como Bechtel y Halliburton) y tratar de llevar a esos países a la bancarrota una vez que las grandes empresas hubieran recibido sus pagos. Desgraciadamente, gracias a su endeudamiento, sus prestamistas, es decir el gobierno de Estados Unidos, podían disponer fácilmente de su voto en la ONU, implantar bases militares o acceder a los codiciados recursos naturales.
(EHM: asesino de guante blanco a sueldo, en su sigla inglesa)
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La actividad de Perkins como EHM se llevó a cabo en Indonesia, Panamá, Ecuador, Colombia, Arabia Saudí, Irán y otros países importantes estratégicamente. El objetivo final de los EHM era muy sencillo: expandir el imperio de las corporaciones estadounidenses.
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Daniel McLeod: Usted sitúa a los asesinos económicos a sueldo en la larga lista de los agentes imperiales, que incluye a los centuriones romanos, a los conquistadores españoles, y a las potencias coloniales de los siglos XVIII y XIX. Todos ellos dependían de la fuerza militar, pero los EHM son diferentes. ¿Puede contarnos los orígenes de esta estrategia para construir el Imperio?


John Perkins: Creo firmemente que fue la consecuencia de nuestro supuesto éxito en Irán a principios de los años 50. Los iraníes habían elegido democráticamente a un presidente (Mossadeq) y éste había empezado a apretar las tuercas a las compañías petroleras, insistiendo en que pagaran impuestos justos para que el pueblo iraní se beneficiara del petróleo que extraían en su país. Los británicos y estadounidenses tenían intereses allí y nuestras compañías petroleras estaban muy resentidas por ello, así que decidimos echar a Mossadeq. Calculamos que no podíamos enviar tropas porque Irán compartía fronteras con la Unión Soviética que tenía armas nucleares.

En lugar de mandar tropas, enviamos a un agente de la CIA, Kermit Roosevelt, nieto de Teddy Roosevelt. Con unos pocos millones de dólares, Kermit consiguió derrocar al democráticamente elegido Mossadeq y reemplazarlo con el Sha de Irán, quien como todos sabemos era un déspota y amigo de las compañías petroleras. Esta experiencia, enseñó a quienes mandaban- a los que llamo la corporatocracia –que ampliar el imperio por medio de agentes como Roosevelt era mucho más barato y seguro que el viejo modelo militar. El único problema fue que Roosevelt era un agente de la CIA y si se le hubiera descubierto habría resultado embarazoso, cuando menos, para el gobierno estadounidense. Poco después de aquello, se tomó la decisión de emplear a gente de empresas privadas que hiciera más difícil el que se descubriera que sus actividades estaban respaldadas por Washington.

Tomado de Zmag en español
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